
«Antes podíamos comprar fruta, pollo y todo tipo de alimentos. Pero con la llegada de la pandemia, algunos días solo teníamos para comer pan seco, algunas patatas o sopa.»

«Durante el confinamiento, mi marido perdió su trabajo. Y yo ya no consigo vender tantos cocos como antes. Comemos lo que podemos encontrar y recoger con nuestras propias manos. Los niños ya no comen bien, y si enfermamos, ya no podemos cuidarles.»
AUNQUE LOS DATOS SON REALMENTE PREOCUPANTES, SABEMOS QUE PODEMOS ACABAR CON EL HAMBRE.
¿En qué se convierte tu apoyo?
Llevamos años trabajando en las regiones y países donde la desigualdad siempre ha sido más extrema. Ahora no podemos dejar de hacerlo para aliviar el hambre de las personas más vulnerables.
En Siria por ejemplo, el país en que la crisis del hambre ha crecido más rápido de todo el mundo, apoyamos a las familias con transferencias de dinero para que puedan comprar comida y cubrir sus necesidades más básicas. Familias como la de Aisha, viuda y con varios niños y niñas a su cargo, que casi no tienen nada para comer.
También estamos redoblando nuestros esfuerzos en la República Centroafricana, país cuya situación es tan demoledora que una de cada dos personas vive pasando hambre y sin saber si podrá conseguir comida. Por eso, con tu ayuda y en colaboración con organizaciones locales, estamos facilitando semillas, formación y material de agricultura a las comunidades para que puedan cultivar sus propios alimentos.

«Recibimos una regadera, una pala, una carretilla, un rastrillo y las semillas necesarias para cultivar cebollas, lechugas, tomates, zanahorias y otros alimentos. Comemos parte de lo que cosechamos y el resto lo vendemos en el mercado para poder comprarnos ropa y para que nuestros hijos e hijas vayan a la escuela.»
Presidenta de una asociación de mujeres agricultoras de Bangassou (República Centroafricana) apoyada por Oxfam
Necesitamos esfuerzos extraordinarios para hacer frente a la crisis mundial del hambre ahora y, en paralelo, abordar las causas que condenan a millones de personas a esta situación. Porque la pandemia ha agravado, todavía más, los insoportables niveles de desigualdad que estamos viviendo.
Por eso, también reclamamos a los Gobiernos que, para salvar vidas ahora y en el futuro, refuercen la asistencia humanitaria, luchen contra la crisis climática y avancen hacia economías más justas, sostenibles y centradas en las personas.
Según Naciones Unidas, el aumento de la fortuna de las 10 personas más ricas del mundo o los beneficios que las 8 mayores empresas de alimentación y bebidas han pagado a sus accionistas, permitirían acabar 10 veces con esta emergencia alimentaria de 2021.
¿No te parece una contradicción, tan absurda como terrible?

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